La cultura de los mandingas, a diferencia de la mayoría de los africanos, es patrilineal y patriarcal. Son predominantemente musulmanes, pero aunque observan el lavado ritual y los rezos diarios, muy pocos utilizan el vestido árabe y ninguna mujer usa el velo. Las prácticas más famosas de Manden son sus hermandades de varones o mujeres, conocidas como Poro y Sande o Bundu, respectivamente.
Tradicionalmente, la sociedad mandinka es aristocrática, basada en un sistema de castas con nobles y vasallos. Antes, como la mayoría de los africanos, también tuvieron esclavos, a menudo prisioneros de guerra y generalmente de las tierras que rodeaban su territorio. Los descendientes de reyes y de generales anteriores mantenían un estado social más alto que sus compatriotas nómadas o asentados. Con el tiempo las diferencias se han igualado, correspondiendo con la mayor o menor fortunas de cada grupo. Aunque el mandinga llegó a muchas de sus actuales localizaciones como invasor o comerciante, la mayoría son hoy agricultores o pescadores; todavía hay también herreros, pastores de ganado, y son muy estimados los djelis o bardos, que han mantenido viva la historia de su pueblo, mantenida en forma de cantos épicos.
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